Yo le tomaba su mano, dulcemente, y le abrazaba. No le abrazaba con fuerza, sino con dulzura. Pues la fuerza estaba en el corazón. Seguidamente, una frase bonita, como: Lo más importante después de ti, para mí, sigues siendo tú. Y ella apoyaba su oreja a mí pecho, del lado donde vive mi corazón.
Yo sentía sus inhalaciones y exhalaciones, sentía su voz, las palabras que se callaba. Sentía como las preguntas que se hacía se las respondía por sí misma. Le daba a oír mis latidos, mientras acomodaba mi respiración para que no hubiese diferencia en nuestros ritmos. Y era allí donde sabía que estábamos juntos. Ya no diríamos "tú y yo", sino "nosotros".
Y era así, como nos convencíamos de que nos amábamos.
[...]
¿Adónde quedaban las palabras cuando me tocaba besarle y seguirle hasta la estrella de su cama? ¡En la piel con forma de besos! Que no son más que nuestras voces convertidas en marcas... Descubría el mundo que hay debajo de la piel: el alma. Decir "Te Amo" nos daba suerte.
Y era así, como hacíamos el amor.
Read more...